La Carne:
Numerosas investigaciones científicas, tanto de tipo estadístico como experimental, han puesto de manifiesto que el consumo de carne es un importante factor de riesgo para la mayor parte de los tipos de cáncer (de cerebro, de pulmón, de estómago, de riñón, de vejiga urinaria, de útero, de ovario y de próstata, entre otros).
Resultan particularmente favorecedoras del cáncer:
– Las llamadas carnes rojas (de vacuno, de cordedro y de cerdo)
– La carne muy hecha o asada en la barbacoa
– La carne frita
– La carne salada y/o curada, como el jamón, el bacon y los embutidos.
En la carne existen una o varias de las siguientes sustancias capaces de actuar como inductores del cáncer:
– La grasa animal, cuyo consumo se asocia con varios tipos de cáncer.
– Las nitrosaminas que se forman en las carnes curadas y embutidos.
– Las aminas heterocñiclicas y los hidrocarbonos aromáticos, como el benzopireno, que se forman en la carne muy hecha (asada o frita).
– Las hormonas utilizadas para el engorde del ganado, cuando se hallan presentes en la carne en cantidades elevadas.
Estudios:
Un estudio muy amplio realizado por la Universidad de Harvard (EE.UU.), con 88.751 mujeres, mostró que un elevado consumo de grasa animal duplica el riesgo de padecer cáncer de colon. Las carnes grasas de vacuno, cordero y cerdo aumentan mucho más el riesgo que la del pollo sin piel o el pescado.
Una investigación realizada en Los Ángeles (California, EE.UU.) puso de manifiesto que quienes comen carne bien hecha más de una vez por semana, presentan más del doble de casos de adenomas de colon, en relación a los que consumen carne poco hecha, una vez a la semana o menos. El adenoma de colon es un tumor benigno que frecuentemente degenera en cáncer.
Un estudio realizado por el Instituto Nacional del Cáncer de los Estados Unidos, mostró que una ingesta elevada de carne roja está directamente relacionada con un aumento en el riesgo de padecer cáncer de estómago o de esófago. Pero el riesgo es todavía mayor para quienes la toman asada a la brasa y bien hecha.
El pescado:
Las pruebas estadísticas y experimentales de que el consumo de pescado pueda favorecer el cáncer son menos numerosas e importantes que las de la carne. Sin embargo, se ha encontrado relación entre el consumo habitual de pescado (especialmente salado o curado) y los cánceres de laringe, nasofaringe, endometrio y páncreas.
Dos factores al menos, pueden explicar la relación entre el pescado y el cáncer:
– La contaminación química de las aguas con sustancias cancerígenas, la cual afecta a los peces.
– El curado y el salado del pescado, procesos en los que se forman nitrosaminas cancerígenas.
La contaminación química del mar, lagos y ríos, que causa diversos tumores en los peces, podría también ejercer efectos cancerígenos en los consumidores de pescado. Las salazones y las salsas de pescado, típicas de China y del sudeste asiático, contienen nitrosaminas de acción cancerígena sobre la faringe y el estómago.
La Leche:
El consumo habitual de leche de vaca por parte de los adultos, se ha relacionado estadísticamente con la aparición de diversos tipos de cáncer.
El consumo habitual de leche, especialmente si es completa (no desnatada), se asocia, según diversas investigaciónes, con la aparición de algunos tipos de cáncer (de mama, pulmón, colon, ovario, próstata y vejiga urinaria).
Una de las posibles explicaciones para ello es que la leche pueda transmitir el virus de la leucemia bovina, que es cancerígeno.
Estudios:
En un amplio estudio realizado en la Universidad de Bergen (Noruega) durante once años y medio, se observó que quienes consumen dos o más vasos de leche de vaca al día, presentan un mayor riesgo de padecer cáncer de los órganos linfáticos.
En un estudio realizado en el Instituto Roswell Park de Buffalo (Nueva York, EE.UU.), se comprobó que las mujeres que beben más de un vaso de leche entera de vaca al día, tienen un riesgo tres veces mayor de padecer cáncer de ovario que las que no la toman nunca.
En el Instituto de investigación Mario Negri de Milán (Italia), se ha llegado a la conclusión de que el consumo habitual de leche entera o descremada, aumenta el riesgo de padecer cáncer de próstata. Los hombres que toman de uno a dos vasos diarios, tienen un 20% más de riesgo que los varones que no la beben o lo hacen esporádicamente. Los que beben dos o más vasos diarios, el riesgo de multiplica por cinco.
Los Huevos:
Existe confirmación estadística de que un consumo importante de huevos (en general, más de tres por semana) se relaciona con los cánceres de mama, estómago, pulmón, páncreas, colon, endometrio y ovario.
Se han dado varias posibles explicaciones para la asociación entre consumo de huevos y cáncer:
– Colesterol: Su elevado contenido en los huevos, puede actuar como promotor del cáncer.
– Grasa saturada: Es la predominante en los huevos, lo cual constituye un factor favorecedor del cáncer.
– Virus: Las gallinas están muy amenudo contaminadas por virus de tipo leucémico, que podrían pasar a los huevos y ser causa de diversos cánceres. Aunque está hipótesis no ha sido demostrada, es prudente consumir los huevos bien cocinados (hervidos).
Productos refinados:
Cuando el pan blanco, la bollería y los productos de repostería refinados desplazan a los cereales integrales de la dieta, se favorecen diversos tipos de cáncer. Al menos estas tres características de su composición, explican su asociación con el cáncer:
– Falta de fibra
– Gran contenido en azúcar
– Ácidos grasos trans: Son un tipo especial de ácidos grasos que se encuentran habitualmente en la bollería industrial refinada y en los productos de repostería. Los fritos y las margarinas también los contienen. Además de elevar el nivel de colesterol y de favorecer la arteriosclerosis y el infarto, los ácidos grasos trans se relacionan con el cáncer de mama y con el de endometrio.
Azúcar:
El consumo abundante de azúcar blanco (sacarosa) se relaciona, en diversos estudios epidemiológicos, con los siguientes tipos de cáncer (cáncer de colon, de estómago y de cuello uterino).
No existen tantos datos acerca del azúcar moreno o del azúcar de arce, aunque cabe esperar que no resulten tan inconvenientes debido a que contienen una cierta cantidad de minerales y de vitaminas de las que carece el azúcar blanco.
Bebidas alcohólicas:
Todas ellas son favorecedoras del cáncer, incluso aquellas a las que se atribuyen propiedades medicinales, como el vino o la cerveza. Y no solo inducen el cáncer cuando se ingieren en dosis elevadas, sino también cuando se hace un consumo moderado de ellas. Una sola copa de vino al día aumenta en un 250% el riesgo de padecer cáncer de mama en las mujeres.
Está demostrada la relación entre el consumo de bebidas alcohólicas en general y los cánceres de boca, laringe, esófago, mama, pulmón, hígado, páncreas, colon y vejiga urinaria.
Café:
Su consumo se relaciona con el cáncer de vejiga urinaria y con la mastopatía fibroquística o enfermedad fribroquística de la mama, que puede ser precancerosa. Este efecto del café no se debe a la cafeína, sino a algunos componentes de la esencia del café. Por eso el consumo de café descafeinado también aumenta el riesgo de padecer cáncer de vejiga urinaria.
Especias:
Una alimentación rica en especias picantes puede ser un factor de riesgo para ciertos tipos de cáncer, como el de boca y el de esófago.
Fuente: Enciclopedia de los alimentos y su poder curativo (tratado de bromatología y dietoterapia)