Con el paso del tiempo, enfermedades que antes no se daban, ahora son cada vez más frecuentes. Está claro que los nuevos hábitos de alimentación, con productos cada vez más refinados y pobres a nivel nutricional, así como el uso de pesticidas y agentes químicos en la dieta tienen gran parte culpa.
Cada vez somos más, y la industria alimenticia debe ser capaz de alimentarnos a todos, por lo que paralelamente la calidad de los alimentos no deja de descender al mismo tiempo que la población aumenta.
Algunas alergias, enfermedades inflamatorias y autoinmunes, tienen mucho que ver con factores alimenticios y también con la contaminación del medio. Sin embargo con simples y sencillas estrategias es posible tratarlas y curarlas.
Entre ellas, unas de las enfermedades que más molestias causas a la gente que las padece son la Colitis Ulcerosa y la enfermedad de Crohn. Aunque no son exactamente iguales si comparten algunos síntomas en común.
Diarrea más o menos periódica, gran cantidad de gases, cólicos, intolerancias alimenticias, y derivado de esto tendencia a la anemia, debilidad, fatiga, malestar. En caso de que la enfermedad no se estabilice, pueden llegar a formarse úlceras intestinales, y en la heces se observará sangrado o mucosidad e incluso en ocasiones tejido digestivo. Y esto no es más que la antesala para un proceso degenerativo del cuadro intestinal que puede terminar gravemente con la salud del paciente.
Desde el punto de vista de las terapias complementarias la clave consiste en regular al paciente de forma integral. No solo se trabaja sobre el estado del intestino, revisando y regulando su flora intestinal, sino también mejorando el estado inflamatorio y el de la mucosa intestinal. También se regula el sistema inmunitario para que trabaje de nuevo en armonía con el resto de sistemas y se suele añadir una pequeña pauta de alimentación según requiera.
Es realmente fácil regular el intestino con un tratamiento corto de duración y fácil de hacer, de forma que en dos o tres meses el paciente quede asintomático (aunque lleve años con el trastorno) y pueda hacer una vida normal comiendo casi de todo (una vez esté equilibrado su intestino). Por tanto es importante saber que no hacen falta tratamientos crónicos para este tipo de procesos, que se puede regular en poco tiempo y que la mejora en la calidad de vida del paciente es innegable. Con un planteamiento correcto, es posible.
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